Zoom: adolescentes: explorar y conocer

Por Valeria Traversa

Zoom3 Tinta de Valeria Traversa
Desde hace más de diez años ejerzo la docencia de arte con adolescentes, y debo decir que es una edad que no deja de sorprenderme día a día. Así como no deja de sorprenderme la cara de pánico de mis eventuales interlocutores cuando les cuento esto.
Entonces me pregunto ¿Por qué la mera mención de un trabajo con adolescentes genera esa reacción en la mayoría de las personas? ¿Qué se imaginan cuando piensan en los adolescentes? ¿Los conocen? ¿Se comunican con ellos?  ¿Qué significa ser adolescente en nuestra sociedad?
 




La imagen generalizada que se tiene del adolescente los muestra como hiperconectados a todo tipo de dispositivo tecnológico, desconectados del otro, desinteresados, desconcentrados o concentrados en muchas cosas a la vez, desmotivados, insatisfechos, desafiantes, muchas veces violentos y por sobre todo ansiosos. Vivimos un momento histórico de significativo cambio social; grandes paradigmas se han quebrado, las estructuras sociales se han modificado y la irrupción de la tecnología ha transformado los modos de vinculación. Y son precisamente los adolescentes, quizás porque atraviesan la edad de los primeros grandes cambios, de constitución de la identidad, los que continuamente expresan estas transformaciones más allá de su voluntad. Se encuentran atravesados por ellas y actúan en consecuencia. El contexto social actual,  centrado de manera cada vez más expansiva y multiforme en el mercado de consumo y en la hegemonía de los nuevos medios de comunicación, ha instaurado un mundo auto centrado, inmediato,  individualista,  afectando de esta manera la constitución de la subjetividad de las personas.

Algunas ideas para pensar 
Con respecto a este tema cito a Zygmunt Bauman quién plantea que los “códigos y conductas que uno podía elegir como puntos de orientación estable, y por los cuales era posible guiarse, escasean cada vez en la actualidad” (1). Esto implica que salimos de la época de los “grupos de referencia pre asignados para desplazarnos hacia una era de comparación universal en la que el destino de la labor de construcción individual está endémica e irremediablemente indefinido, no dado de antemano, y tiende a pasar por numerosos y profundos cambios antes de alcanzar su único final verdadero: el final de la vida del individuo” (2). Continúa diciendo: “la nuestra es una versión privatizada de la modernidad, en la que el peso de la responsabilidad de pautas y la responsabilidad del fracaso caen primordialmente sobre los hombros del individuo” (3).

Quisiera detenerme particularmente en esta cuestión de la responsabilidad y el fracaso, porque ambas circunstancias se combinan muchas veces en las experiencias que viven los adolescentes. Y si las pensamos específicamente en cómo responden frente a las materias artísticas, vemos que tanto el peso de la responsabilidad como el temor a equivocarse influyen directamente en el trabajo creativo, y en algunos casos inhiben el desarrollo de proyectos que necesitan la aceptación del error como algo que puede sobrevenir en el proceso. 


Si bien el arte siempre es un espacio que libera tensiones y deja abierto el camino para experimentar, en los últimos años he corroborado cómo el miedo al error y la exigencia tácita de no cometerlo bloquea el trabajo frustrando buenas ideas. En consecuencia, y aún enfrentando notables y lógicas resistencias, desde hace un tiempo propongo en las clases una actitud diferente frente a la irrupción de las equivocaciones, conversando, preguntando, reformulando los ejercicios y ponderando de otra manera sus resultados.

Para poder entender un poco más la complejidad que implica ser hoy adolescente,  recomiendo el libro Desmotivación, insatisfacción y abandono de proyectos en los jóvenes, de Claudia Messing (4) que particularmente me ha ayudado a reflexionar sobre algunas situaciones a las que se enfrentan los jóvenes actuales.

Messing plantea la idea de simetría inconsciente,  “la simetría como un posicionamiento interno imaginario en un plano de igualdad y sobre todo de autoabastecimiento emocional, de mimetización e indiscriminación con el lugar del adulto” (5). Y agrega que “la simetría es trasmitida inconscientemente por los padres a partir de su propia orfandad y apoyos internos” (…) “produciendo daños importantes en la subjetividad de los jóvenes” (…) “Hoy los niños, posicionados internamente como adultos, pueden dar órdenes a sus padres, intentar resolver situaciones familiares problemáticas, decidir acerca de los profesionales con los que desean ser atendidos, mientras padecen paralela y consecuentemente fuertes problemas de aprendizaje y terrores paralizantes” (6).En consecuencia, “ubicados internamente en el lugar de saber y poder, los jóvenes no logran motivarse verdaderamente hacia el mundo del conocimiento, ni colocarse en el lugar del aprendizaje, ni identificarse con ningún campo propio de interés”(7). (…) “Se hiperexigen y se tensionan como si fueran adultos, porque ya tendrían que saber y poder antes que explorar y conocer” (8). 

A su vez, en una nota periodística reciente (9) Messing subraya que “la simetría inconsciente como cambio psíquico estructural encierra una gran oportunidad, ya que nos obliga como adultos a construir nuevos modelos de autoridad mucho más firmes, cuidadosos y respetuosos. Para contener y educar a nuestros hijos tenemos que ser capaces de abandonar los discursos; de conectarnos emocionalmente y transmitir con autenticidad y sin victimizar nuestros sentimientos, de atravesar la barrera de desconexión y llegar a su corazón; de incluir al otro y trabajar en equipo; de respetar la vulnerabilidad de los adolescentes ante el acercamiento y, por sobre todas las cosas, de impedir todo tipo de maltrato en la comunicación para posibilitar la propia individuación.” 

Notas

(1) Zygmunt Bauman, Modernidad Líquida, Fondo de cultura económica, México, 2009. Pág. 13
(2)Ibíd. Pág. 13
(3)Ibíd. Pág. 13
(4) Messing Claudia, Desmotivación, insatisfacción y abandono en los jóvenes, Novedades Educativas, Buenos Aires, 2007.
(5)Ibíd. Pág. 27
(6)Ibíd. Pág. 27
(7) Ibíd. Pág. 28
(8)Ibíd. Pág. 28
(9)- Messing Claudia, La simetría inconsciente exige y fragiliza a los y a las adolescentes. Nota en Página 12, suplemento LAS 12. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-7011-2012-01-20.html


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