Zoom1- Acrílico de Valeria Traversa |
Edición Josefina Pasman
Los carteles en los museos aparecieron con un fin didáctico. La intención era dar información a la gente no experta. A partir de ahí se abrió un mundo en donde las posibilidades se volvieron infinitas y tomamos conciencia que nada es neutral a la hora de escribir.
La fuerza de la letra de molde
"Lo leí en el diario, es verdad" dice mi tía cuando quiere mostrar que tal político es así o que esa está con cual. Y no es raro, porque hay algo en la impresión en tinta que da una pátina de importancia a lo que se escribe.
Freinet (francés) y el maestro Iglesias (argentino) sabían de esto. Eran dos maestros que en dos lugares del mundo y sin conocerse habían tomado la misma decisión: que sus alumnos imprimieran sus trabajos en forma de libros. De esta manera sus escritos eran considerados como importantes, a la vez que develaban que aquello impreso en los diarios también estaba pensado por gente como ellos. Gente que se podía equivocar y no estar diciendo la verdad.
El maestro Iglesias con sus alumnos de la escuela Rural Nº 11 |
Es una responsabilidad importante el colgar carteles en los museos. Lo que aparece al lado del objeto se convierte en otra pieza visual que pareciera ser irrefutable. Me pregunto cuánta gente se anima a leer entre líneas y reconocer que lo que está escrito está hecho por personas iguales a ellos.
¿Quiénes escriben en los museos?
El rol del escritor de carteles en general suele estar a cargo de un grupo de personas fijas en los museos grandes y a cargo de todo el equipo, en los chicos. Pero hay más opciones. Muchas veces se contrata gente externa. Desde poetas a periodistas, desde investigadores a expertos en cartelería y desde niños a gente común, muchas veces los que escriben son "los de afuera".
Cada opción, claro, trae sus ventajas y desventajas. El experto tiene un manejo de la palabra probablemente más afinada, pero puede volverse demasiado erudita o permanecer en una inercia que no deje lugar para lo nuevo. El que viene de afuera puede aportar una mirada general de la escena y aportes originales que no ve el que está involucrado con el diseño y las costumbres del museo. El riesgo es que proponga un diálogo que no dialogue, que lo que escriba quede como pegatina que no se integre a lo que quiere contar lo museográfico.
Una espiadita a la literatura infantil
Hace unos años se inventó la clasificación "libro álbum" para nombrar a todos los libros en donde la ilustración se construye en relación directa con la palabra. Son textos en donde el cruce del lenguaje escrito con el visual está en primer plano. Tienen en general un interés muy grande por cruzar los límites y cuestionar el vínculo entre imagen y palabra, por eso propongo como "obligatoria" la lectura de varios de estos textos antes de escribir un cartel. Un escritor que no se anime a saltar vallas más le vale dedicarse a otra cosa. Van dos ejemplos clásicos:
"Un extraño día de Julio Lanzó con todas sus fuerzas, pero la tercera piedra rebotó de regreso" |
Las ilustraciones aparecen con un título sugerente y alguna frase de inicio. Los textos son cortos y prometen un relato. En ese juego entre lo poco dicho y lo mucho "no dicho" los niños construyen historias increíbles.
Browne, Anthony, "Voces en el parque" En este libro y al mejor estilo "Rosaura a las diez" cuatro personajes narran cuatro historias sobre un mismo día en el parque. En este juego de voces el autor presenta diferentes textos.
Me parece interesante lo de las voces compartidas, así como también me resulta interesante develar que la tipografía es también una imagen que participa del sentido.
¿Qué efecto causaría cambiarle el nombre a obras de arte famosas
como si fueran ilustraciones de un cuento?
¿Qué pasaría si en los museos interactivos de ciencias los carteles
apenas insinuaran lo que hay que hacer?
¿Cómo se miraría una obra de arte con carteles de expertos que se contradicen?
Beverly Serrell y sus ideas
Beverly Serrell es una educadora de museo de ciencias (trabajó ocho años como jefa de área) que a principios de los años ochenta se independizó y empezó a ofrecer servicios externos. Se interesó siempre por el vínculo de los visitantes con los museos y en 1996 publicó un libro, "Exhibit labels. An interpretative aproach", en donde propone algunos principios en la escritura de carteles. Recomiendo fervientemente la lectura y acá comparto algunos tópicos para que se tienten!
- Hay toda una parte del texto que lo dedica a las cuestiones técnicas: largo del texto, los colores, las tipografías, a qué altura colgarlos...Un dato que me acuerdo me resultó llamativo es la cantidad de palabras que propone. Dice que calculando el poco tiempo que pasan las personas en los museos (entre diez y veinte minutos promedio) y el tiempo que se tarda en leer (250 palabras por minuto) habría que escribir un promedio de...¡50 palabras por cartel!. Si bien ella insiste en que es más importante encontrar las frases justas para cada texto, es interesante pensar en la cortedad como marco. Me pregunto cuánto tenemos en cuenta esto al escribir este tipo de textos y si somos lo suficientemente hábiles para abrevar en nuestros aprendizajes en las redes sociales. El ejercicio que tenemos los que usamos facebook o twitter debería poder transparentarse en estos textos...
- Cada cartel debe tener "recompensa interna". Beverly Serrell insiste en que el aprendizaje en los museos es voluntario, por eso pensar en pequeños premios para aquellos que leen el texto por completo es una buena manera de invitarlos a seguir leyendo. Pero un buen final es más que un estímulo, es también la posibilidad de que lo leído se potencie, que se resignifique lo que se haya dicho antes, Sanchis Sinisterra, un importante dramaturgo español, explica cómo eso sucede en el teatro diciendo que la última acción, el final, es la que nos devuelve a la realidad con la que veníamos y de esa manera cobra un lugar fundamental y posee la capacidad de iluminar todo lo que ocurrió antes...
"En 1847 esta campana colgaba de la cúpula de la iglesia de la congregación. Más tarde
se convirtió en la alarma de fuego del pueblo. También sonaba a las nueve en punto
marcando el toque de queda cuando todos los jóvenes debían
estar fuera de las calles o tener una muy buena excusa de porqué no estaban en casa.
Lo sé, yo era uno de esos jóvenes. Les Schrader" (Serrell, 1996)
- La provocación y el humor no son un pecado contra la solemnidad del museo. Además de ser recursos atractivos permiten la disrupción y un acercamiento que invita a una forma de pensamiento capaz de saltar tabúes y liberar lo que no se puede decir.
“Los calamares tienen orgías
pero los pulpos tienen encuentros cercanos.”(...)
“¿Por qué los tiburones no se comen
a los otros peces que viven con ellos en el tanque?” (Serrell, 1996)
- Las mejores preguntas son los que los visitantes se hacen a sí mismos por eso muchos museos hacen encuestas previas a las exhibiciones buscando palabras que los visitantes asocian al tema de la muestra. En Argentina esta práctica no es habitual, pero varios espacios de exhibición empezaron a pensar en sus carteles como elementos flexibles que se van renovando a partir de las reacciones e ideas de los que visitan la muestra.
“ ¿Te acordás de los lugares que no alcanzabas cuando eras chico?”
(Muestra “Frato en volumen” )
“ [Frente a un arenero común] ¿Cuánto vale este estupendo juego?
(Muestra “Frato en volumen” )
“¿Odiás esta pintura? ¿Quién dijo que tenía que gustarte?” (Fisman, 2009)
(En esta entrada a mi blog ahondo un poco más en el tema- ir al enlace)
Los carteles del Museo de las Escuelas
En el artículo "Textos interactivos en el museo" (pag 132 de Los visitantes como patrimonio. El museo de las escuelas), Dina Fisman hace un recorrido por diferentes carteles que se usan en el Museo de las Escuelas.
Una de las cosas que me encanta es el concepto de participación que propone. Dice que una interacción real y profunda puede darse en total silencio y no necesita per-se de palancas y botones porque tiene que ver con un movimiento interno de la persona, una acción que llega a lo profundo para conmover lo que estaba quieto.
Entre los ejemplos de carteles se ven el "antes y después" de algunos de ellos y las explicaciones del porqué se tomaron las decisiones.
Texto original:
El recreo: mente sana en cuerpo sano
El recreo se instituyó en las escuelas al formarse
los sistemas educativos nacionales
a fines del siglo XIX.
Su función fue romper la sucesión de clases
y evitar la fatiga mental de los alumnos.
“Las clases diarias de escuelas públicas serán alternadas
con intervalos de descanso, ejercicio físico y canto”.
Ley 1.420 para la capital y los territorios nacionales, 1884.
El recreo no existió siempre ni fue siempre igual
Hubo escuelas en las que se estudiaba de corrido.
En otras, mientras el maestro enseñaba a algunos alumnos,
los demás jugaban.
También había maestros que observaban jugar a sus alumnos
para detectar "malas conductas".
¿Cómo son los recreos en la actualidad?
¿Se imaginan una escuela sin recreos?
El cierre de su artículo habla de la imperfección de la escritura y de que el movimiento habla de un museo vivo. Nunca terminan los cambios ni la posibilidad de mejorar...
"Hacer textos amigables no es nada fácil; requiere de una constante reevaluación y modificación, para ir adaptándose cada vez mejor a las necesidades de los destinatarios. Se trata de un proceso en espiral: probar, modificar y volver a probar. Es difícil, pero creemos que vale la pena. El secreto está en darse cuenta que no es factible escribir el texto perfecto, y que los textos que se produzcan no deben considerarse definidos e inmodificables. El texto en el museo es como el museo mismo; si está abierto al mundo, nunca está terminado; es movimiento." (Fisman, 2012)
Puerta de Salida- "El concurso"
La puerta de salida de esta entrada es invitarlos a escribir, así sean los escritores oficiales en sus museos o los educadores que acaban de entrar.
En el concurso que organizó (y reedita este año!!) el Museo de las Escuelas existe la posibilidad de presentar textos reales y otros en "incubadora". En el certamen participan textos aprobados y otros que solo son propuestas.
Estén preparados para participar!
Si quieren pueden empezar escribiendo a museodelasescuelas@bue.edu.ar
o seguir el perfil de facebook: facebook.com/museo.escuelas
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