Zoom ¿qué contamos en el museo?

Zoom 1 Acrílico Valeria Traversa
Por Anabelle Castaño
Editora Ana Luz Chieffo

Algunas formas de contar (parte 2)

Cuando pienso cómo y dónde contamos, y qué rol tienen los cuentos en nuestra actividad como educadores, no puedo dejar de hacer referencia a mi experiencia en el Museo Etnográfico.

Para quienes
Para quienes
no hablan nuestras lenguas:
somos invisibles.


Hablo

para taparle
la boca
al silencio.

Humberto Ak’abal. Maya K’iché 
Guatemala. 2000


Contando en el Etnográfico

En julio de 2015 cumpliremos 10 años desde la primera vez que incorporamos la narración oral a las actividades del Museo.

Los cuentos aparecieron como parte de una visita guiada  para el Programa de Público General (actualmente Área de Acción Cultural del Museo). Era una visita dirigida a familias en vacaciones de invierno. En la misma, se contaban dos cuentos maoríes (además de una canción tradicional) en relación a los objetos exhibidos,  se explicaba el contexto cultural, se mostraban imágenes y se reconstruía una parte de la historia de ese pueblo.
La visita fue bien recibida y la incorporamos al abanico de actividades para niños y familias de nuestra programación de fin de semana.


Empezamos a observar que los adultos (tanto los acompañantes de los niños, como público autónomo que pasaba por la sala) se quedaban a escuchar los cuentos. Así que preparamos y probamos una versión para adultos en La Noche de los Museos. Funcionó.
La actividad fue creciendo, se fue adaptando, reformulando, repensando y reciclando con el tiempo. Aparecieron “nuevos” objetos, de otras culturas y, por lo tanto, nuevos cuentos. Cuentos maoríes, cuentos japoneses, inuit, mapuches, de Tierra del Fuego, de algunas partes del África subsahariana…

 (luego de los cuentos japoneses, Olivia, de 5 años, dibujó a Hidesato -armado de arco y flecha- enfrentándose al ciempiés monstruoso)
En la actualidad, este tipo de actividad tiene un poco menos de visita y un poco más de narración. Mantiene los mismos objetivos, pero cambia el énfasis, el foco: los cuentos tienen más protagonismo.

Un ejemplo de esto se da en el uso del espacio. Como ocurre en las visitas guiadas, se cuenta dentro de las exposiciones, cerca de los objetos que dan marco o punto de referencia al relato. Pero, al hacer énfasis en la narración, el espacio se construye en torno al cuento: no es lo mismo contar frente a un grupo que te viene acompañando en un recorrido, que está de pie, en movimiento, que detenerse y crear un espacio de escucha.

¿Qué sería un espacio de escucha?

Para mi es un espacio donde el tiempo se detiene (aclaro que no sé nada de física cuántica y tampoco hago magia).  Piénsenlo así: la narración es un intercambio comunicativo que ocurre en un momento único e irrepetible. Puedo contar el mismo cuento mil veces, pero nunca va a ser el mismo cuento. Yo no soy la misma y el público no es el mismo (incluso si se lo cuento mil veces a la misma persona… ¡pobre! ¡qué aguante!). Tampoco el entorno o contexto que nos rodea es el mismo: cambia constantemente (piensen en el ruido -sonoro o mental- que nos afecta: bocinazos, estrés, un domingo tranquilo, hambre, la pelea que tuve con mi pareja, hoy que estoy paseando, de vacaciones, fin de mes, principio de mes, dinero, ese momento del mes, día de relax, ese trabajo que tengo que terminar para mañana).
Todo esto es parte del momento de contar. Y el cuento se construye entre todos: el público nunca es pasivo: está contando con nosotros (en el gesto, en la mirada, en las interjecciones, en las exclamaciones, en la sorpresa, en la cara de aburrido, en el cabeceo, en la risa o la mirada cómplice).




 ¿Qué nos cuentan las miradas?

Para mí, el tiempo se detiene en ese momento. Una contada exitosa no la mido en aplausos o felicitaciones (aunque soy insegura y el ego se alimenta con eso).
La satisfacción está en ese momento de escucha mutua en que todos comenzamos a respirar al mismo ritmo, al ritmo de la historia.

"Las cosas interesantes empiezan, para mí, cuando el cerebro siente y el corazón piensa. Busco, para contar, un lugar en el que las historias sean el centro. Me interesa darle vuelo a esa imposibilidad que consiste en desaparecer detrás de los cuentos que cuento. Busco también una relación con el público en la que la historia importante la arme el espectador mientras me escucha."
Nicolás Buenaventura Vidal, "Busquedas y Encuentros" (fragmento) en “Palabra de Cuentero”

Ingredientes para crear un espacio de escucha:

¿Cómo debe ser este espacio, para favorecer la atención, la concentración y la escucha?
- ¿Están cómodos? Lugar para sentarse (sillas, sillones, almohadones, cuadrados de goma eva, el piso -limpio-),  favorece la comodidad de quien escucha.
- ¿Me ven? En el Museo, por conservación, la iluminación en la salas es baja. ¿Cuán buena es la visibilidad del visitante? (sobre todo si cuento con objetos o muestro imágenes)
- ¿Los veo? También hay que tener en cuenta cuán buena es la visibilidad del narrador (me gusta mirar a los ojos o a los rostros de la gente a la que le cuento: es un museo, no un auditorio o teatro).
- ¿Me oyen? Sobre todo si hay mucha gente: los que se sientan atrás pueden salir perdiendo en un espacio grande. Lo mismo pasa con los que se sientan cerca de una puerta o espacio de acceso a otra exposición: viene el ruido de “afuera”.
- ¿Hay distracciones? Eliminar el ruido: por favor apaguen o enmudezcan los celulares. Entren y salgan de la exposición entre cuento y cuento, y no durante el nudo. No se pongan a pelear con el papel celofán del caramelo (más allá de que no se puede comer en las salas) justo en el momento más dramático. Distracciones va a haber. Pero es importante minimizarlas.
- ¿Cómo me preparo? Tener en cuenta el bienestar del narrador y la preparación previa (hay muchas formas de prepararnos previamente: ejercicios de precalentamiento, de estiramiento, para centrarnos. Incluso si no podemos hacer una pausa y estamos en la sala desde antes, hay técnicas que pueden ayudar). Y nunca olvidarse de hidratar la voz: es nuestra herramienta de trabajo.



¿Estamos cómodos?

Un ingrediente básico de una buena contada es la atención: del que escucha, pero también del que cuenta: tenemos que estar allí, presentes, en el cuento y con la gente. Dejar de lado los ruidos propios y ajenos (o, si no podemos dejarlos de lado, tratar de incorporarlos a la narración), mirar a quienes les contamos, ver (mirar a los ojos, prestar atención) a quienes estamos contando.
A veces, en el Museo, la narración se hace en una exposición, a puerta cerrada, muy cerca de la entrada –donde damos la bienvenida y orientamos a los visitantes-. He notado que, cuando contamos, mis compañeros de recepción nos cuidan: modulan el volumen de la voz para no generar ruido externo, esperan a ingresar a la sala con visitantes para no interrumpir momentos de “hondo dramatismo”, no se ponen a hablar en la puerta. Pueden parecer perogrulladas, pero he visto espacios donde eso no pasa.
Anticipar la narración implica la preparación previa, el saludo, la bienvenida, minimizar los ruidos, cuidarse mutuamente: cuidar al público, cuidar al narrador, cuidar el espacio de escucha. Cuando esta combinación se da, es mágica.
Por eso si me preguntan, creo que el ingrediente principal se resume en respeto:

- Quien está a cargo de la actividad, tiene que "estar": concentrar su atención en el momento y la actividad que estamos ofreciendo y en las personas a las que se la estamos ofreciendo… y anticiparla, frente a los colegas y compañeros del Museo, para favorecer la experiencia.
- Respeto de los compañeros y colegas (al visitante y entre sí). Esto ocurre desde la bienvenida misma al edificio.
- Respeto de los visitantes que entran a este círculo “mágico” y comparten la escucha. Y también "están".


Obviamente, esto se aplica tanto a la narración oral, como a cualquier actividad que uno hace con público… o en la vida. Trabajamos muchos años con Marta Dujovne y el equipo educativo del Museo en la acogida al visitante: es una experiencia que comienza desde mucho antes de acercarse al museo: y que se vive antes, durante y después.




La próxima entrega se enfocará en más formas de trabajar la narración oral en distintos museos.

¡Aprovechen! Si tienen alguna pregunta, curiosidad, consulta o ejemplo para compartir e incorporar , no duden en contactarme por este medio:
www.facebook.com/anabelle.castano o Twitter twitter.com/AnabelleCas



Algo más de bibliografía citada y relacionada (¡y un video!):

BUENAVENTURA VIDAL, Nicolás. 2010. Palabra de cuentero. Palabras del Candil. Guadalajara, España.

BUVALA, Sean K (ed.). 2012. How to be a Storyteller: Essays and Advice on the Art of Storytelling. Creation Company Consultants. Amazon Digital Services.

PASTORIZA de ETCHEBARNE, Dora. 1975. El arte de narrar. Un oficio olvidado. Editorial Guadalupe. Buenos Aires, Argentina.

SÁNCHEZ MARTÍNEZ, Juan Guillermo.  2007. Poesía indígena contemporánea: la palabra (tziij) de Humberto Ak’abal. Cuadernos de Literatura, 11 (22): enero-junio. Págs. 78-93. Bogotá, Colombia.

SNIJDERS, Eva. “Storytelling, cultura y educación” (en el VI Encuentro Educa+, “Narraciones”, organizado por EducaThyssen). 11 de abril 2015. Video online. Youtube. Acceso en mayo 2015.
Si no puede ver el video haga click aquí 

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